El mundo católico vive un momento sin precedentes: por primera vez, un estadounidense ha sido elegido como líder de la Iglesia. El cardenal Robert Prevost, originario de Chicago, ha sido nombrado Papa León XIV, convirtiéndose en el Papa número 267 de la historia.

El pasado 8 de mayo, la emblemática fumata blanca salió de la chimenea de la Capilla Sixtina, confirmando que los cardenales habían llegado a un acuerdo tras dos días de votaciones. Con el tradicional anuncio de “Habemus Papam”, el protodiácono del Colegio de Cardenales reveló el nombre del nuevo pontífice ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
Prevost apareció por primera vez en el balcón del Vaticano con un mensaje claro y contundente: “La paz sea con ustedes”. Su elección representa no solo una transición de liderazgo espiritual, sino también un giro histórico, al ser el primer Papa nacido en Estados Unidos y uno de los resultados más destacados del proceso de internacionalización del Colegio Cardenalicio promovido por el Papa Francisco.
Este cónclave, que comenzó el 7 de mayo, contó con 133 cardenales votantes, la cifra más alta en la historia de la Iglesia. De ellos, 108 fueron nombrados por el Papa Francisco, quien durante su pontificado buscó una mayor representación global con cardenales provenientes de África, Asia y América Latina.
La elección de Prevost refleja el legado de Francisco: una Iglesia más inclusiva, diversa y con visión global. El nombre elegido por el nuevo Papa, León XIV, evoca fuerza, liderazgo y renovación, marcando así una nueva etapa para los más de mil millones de fieles católicos alrededor del mundo.
Con esta elección, el Vaticano escribe un nuevo capítulo lleno de simbolismo, historia y expectativa ante el rumbo que tomará la Iglesia bajo el liderazgo de un Papa norteamericano.