El 25 de junio de 2009, el mundo entero quedó en shock. Las redes colapsaron, los noticieros interrumpieron su programación y millones de fans alrededor del mundo no podían creerlo: Michael Jackson había muerto. A 15 años de ese momento que nos dejó sin aliento, recordamos qué pasó, cómo lo vivimos y por qué su legado sigue más vivo que nunca.
¿Dónde estabas cuando te enteraste?
Fue un jueves por la tarde cuando TMZ soltó la bomba: Michael Jackson, el Rey del Pop, había sufrido un paro cardiorrespiratorio en su casa de Los Ángeles. Al principio, muchos pensaron que era una fake news más. Pero conforme los medios confirmaban la noticia, la incredulidad se transformó en tristeza global. Las calles frente al hospital se llenaron de fans. Nadie podía creer que ese ícono, que parecía eterno, ya no estaba.
Un fenómeno global que paralizó al planeta
Su muerte fue uno de los primeros grandes eventos virales de la era digital. Twitter colapsó, Google pensó que estaba siendo atacado por bots, y YouTube se llenó de homenajes improvisados. La cobertura mediática fue total. Se estima que más de mil millones de personas vieron su funeral en vivo. Era la despedida de una leyenda que había tocado todos los rincones del planeta con su música, su baile y su magia.
El legado que no se apaga
A pesar de las controversias que marcaron sus últimos años, Michael dejó un legado cultural imposible de ignorar. Revolucionó el videoclip con Thriller, cambió la historia del pop con Bad y Dangerous, y nos dejó himnos que siguen sonando en fiestas, películas y TikToks. Su impacto en la moda, la danza y el espectáculo sigue siendo una referencia para artistas como Beyoncé, The Weeknd, Bruno Mars y muchos más.
El eterno Rey del Pop
Hoy, su música sigue vendiendo millones, sus pasos son imitados en todo el mundo, y su figura inspira desde documentales hasta nuevas generaciones de artistas. Aunque físicamente se fue, Michael Jackson sigue vivo en cada “hee-hee”, cada moonwalk, y cada vez que alguien escucha “Billie Jean” o “Man in the Mirror” y se le enchina la piel.