Más allá de los escenarios, algunas figuras icónicas de la música han entablado amistades tan memorables como sus canciones. Desde colaboraciones legendarias hasta vínculos inesperados, estas relaciones reflejan el poder de la música para unir mundos distintos.

1. Elton John y Marc Bolan: una amistad con brillo glam
En el corazón de la escena británica de los años 70, Elton John y Marc Bolan (líder de T. Rex) compartieron una estrecha amistad. Elton incluso participó en una actuación de T. Rex en Top of the Pops en 1971 y más tarde escribió “I’m Going to Be a Teenage Idol”, inspirada en Bolan. Juntos aparecieron también en el filme Born to Boogie, dirigido por Ringo Starr, dejando huella en la historia del glam rock.

2. Chuck Berry y Bo Diddley: pioneros del rock unidos por las seis cuerdas
Considerados arquitectos del rock and roll, Chuck Berry y Bo Diddley no solo compartían el virtuosismo en la guitarra, sino también una visión transformadora del blues. Su álbum conjunto de 1964, Two Great Guitars, es testimonio de una colaboración fundamental en la evolución del género.

3. David Bowie e Iggy Pop: una alianza creativa sin fronteras
La amistad entre David Bowie e Iggy Pop es una de las más emblemáticas de la música moderna. Bowie impulsó la carrera solista de Iggy, produciendo álbumes clave como The Idiot y Lust for Life. A su vez, Iggy influenció el sonido de Bowie en discos posteriores. Una relación artística única que trascendió géneros.

4. Freddie Mercury y Barbara Valentin: vínculos fuera del escenario
Durante su estancia en Múnich, Freddie Mercury forjó una amistad entrañable con la actriz austríaca Barbara Valentin. Más allá de la vida nocturna y los rodajes, compartieron momentos de complicidad que incluso se reflejaron en el video musical de It’s a Hard Life, donde Valentin participó como parte del elenco.
5. Herb Alpert y Louis Armstrong: respeto mutuo entre leyendas
Herb Alpert y Louis Armstrong compartieron escenario en diversas ocasiones, consolidando una relación basada en la admiración y el amor por la música. Alpert describió a Armstrong como una figura universal: “No necesitabas saber de música para quererlo, solo estar vivo”.
Estas amistades musicales, a veces improbables y otras profundamente creativas, demuestran que los lazos personales también pueden dejar huella en la historia del arte. Más que anécdotas, son parte de la esencia misma de la música que ha acompañado generaciones.