Miles de seguidores rindieron homenaje a Ozzy Osbourne este 30 de julio en Birmingham, su ciudad natal, mientras el cortejo fúnebre del legendario vocalista de Black Sabbath recorría las calles donde nació el heavy metal. La ceremonia culminó en el simbólico Black Sabbath Bridge, donde fanáticos de todas las edades se congregaron para despedir al “Príncipe de las Tinieblas”.

Ozzy Osbourne falleció a los 76 años el pasado martes. Su despedida pública se convirtió en un momento de unidad y memoria colectiva. Al grito de “Ozzy, Ozzy, Ozzy, oi, oi, oi”, el pueblo de Birmingham expresó el respeto profundo hacia quien no solo revolucionó la música, sino que representó con orgullo su origen obrero y su inconfundible acento brummie.
Sharon Osbourne, junto a sus hijos Kelly y Jack, acompañó la procesión con evidente emoción, agradeciendo silenciosamente los tributos florales y mensajes dejados en la banca conmemorativa de Black Sabbath. Las autoridades locales destacaron el papel fundamental del artista en la identidad cultural de la ciudad.

Desde sus inicios en 1968, Black Sabbath cambió para siempre el sonido del rock. Con discos como Paranoid y canciones emblemáticas como Iron Man y War Pigs, sentaron las bases del heavy metal. La influencia de Osbourne trascendió géneros, generaciones y fronteras. Su paso por la música estuvo marcado por escándalos, redenciones y una autenticidad que jamás abandonó.

Su legado no solo vive en el escenario. En los años 2000, alcanzó una nueva popularidad gracias al programa The Osbournes, conectando con un público más joven y mostrando una versión íntima y peculiar del artista.
Ozzy Osbourne fue más que un ídolo del metal: fue símbolo de resistencia, identidad y pasión. Su última vuelta a casa confirma que Birmingham no solo fue su origen, sino su eterno hogar. Su voz, su figura y su espíritu seguirán resonando en cada acorde potente que suene en el mundo.