Porque en los 80, juzgar un disco por su portada era parte de la experiencia.
Antes del streaming, lo primero que nos enamoraba de un disco era su portada. En los 80, el arte visual era parte esencial del ritual musical: ibas a la tienda, recorrías los estantes y de pronto… ¡zas! Una imagen llamativa, excéntrica o glam te hacía llevarte ese álbum sin pensarlo dos veces. La estética era tan poderosa que muchas portadas se convirtieron en íconos pop por derecho propio.
Colores neón, peinados imposibles, poses teatrales y tipografías con mucha actitud: los discos de los 80 eran puro statement visual. Aquí te dejamos algunas de esas portadas que siguen siendo memorables, incluso si ya no tienes dónde poner un CD.
1. “True Blue” – Madonna (1986)
Minimalista pero poderosa. Con fondo azul cielo y una Madonna rubia platinada, esta imagen transmitía sofisticación y libertad. Fue un giro elegante en su imagen rebelde, y nos prometía un pop más maduro… ¡y cumplió!

2. “Rio” – Duran Duran (1982)
Un dibujo pop art de una mujer con sonrisa enigmática. Esta portada era arte moderno en vinil, y encapsulaba perfectamente el sonido glam, sensual y exótico del disco. Uno de los diseños más icónicos de la década.

3. “Like a Virgin” – Madonna (1984)
Sí, Madonna otra vez, pero es que no se puede ignorar esta portada: encaje blanco, cama revuelta y actitud de “sé exactamente lo que estoy haciendo”. Fue provocadora, elegante y totalmente inolvidable.

4. “Colour by Numbers” – Culture Club (1983)
La imagen colorida de Boy George con su look único nos gritaba que este disco iba a ser diferente. La mezcla de color, expresión y moda nos anticipaba un pop lleno de personalidad.

5. “Private Dancer” – Tina Turner (1984)
Tina sentada con actitud, piernas cruzadas, en blanco y negro con toques de rojo. Era fuerza, elegancia y poder. Esta portada decía sin palabras: “estoy de regreso… y voy a dominar”.

Cuando la portada ya te contaba una historia
Estas carátulas no solo vendían discos, vendían mundos. Antes de darle play, ya sabías que te ibas a sumergir en algo especial. Eran piezas de arte que hoy siguen inspirando a diseñadores, fans y artistas. Porque sí, en los 80, el pop también se escuchaba con los ojos.