Puede que no lo tengas tan presente como a Duran Duran o a Depeche Mode, pero si escuchas Wouldn’t It Be Good por primera vez (o lo haces de nuevo), te darás cuenta de que Nik Kershaw fue más que una moda pasajera. Con un sonido único, letras introspectivas y una melena perfectamente ochentera, Kershaw fue uno de los artistas más innovadores de su época. Y aunque hoy no esté en todas las playlists retro, su impacto sigue latiendo en la historia del pop británico.
El inicio de un genio con pinta de nerd
Nik Kershaw apareció en la escena musical británica en 1983 con Human Racing, un álbum debut que mezclaba synth-pop sofisticado con letras melancólicas. En una era dominada por el glamour y los excesos, Nik optó por explorar sentimientos reales, inseguridades y preguntas existenciales… ¡con sintetizadores! Su hit Wouldn’t It Be Good escaló las listas en 1984 y se convirtió en un himno no oficial de quienes se sentían fuera de lugar.
¿Sabías que impresionó a David Bowie?
Sí, el mismísimo Bowie quedó tan fascinado con Kershaw que lo llamó “el mejor compositor del pop británico de los 80”. ¡Boom! Nik no solo era una cara bonita con sintetizadores: era un músico autodidacta, un letrista agudo y un multiinstrumentista. A pesar de eso, su figura siempre fue más de culto que de masas.
Letras profundas en la era del glam
Mientras otros artistas brillaban con canciones sobre fiestas y moda, Nik lanzaba temas como The Riddle o Dancing Girls, cargados de simbolismos y reflexiones personales. Sus videoclips, aunque kitsch hoy en día, eran pioneros en narrativas visuales para MTV, lo que le ganó una buena base de fans… aunque también le costó ser considerado “demasiado serio” para la cultura pop masiva.
El genio detrás de otros éxitos
Lo que mucha gente no sabe es que Nik Kershaw también escribió para otros artistas. Una de sus composiciones más conocidas es The One and Only, éxito de Chesney Hawkes en los 90. Su influencia es discreta pero constante: artistas como Gary Barlow o incluso bandas como Keane han mencionado a Kershaw como referencia musical.
¿Por qué lo olvidamos?
Quizás fue porque no jugó el juego del estrellato. Nik nunca buscó ser ídolo teen ni adaptarse al cambio radical de la industria en los 90. Se retiró del foco para producir, componer y tocar por gusto, no por fama. Pero si algo queda claro, es que su música sigue viva en quienes buscan algo más que un beat pegajoso.