El Papa Francisco falleció este lunes de Pascua a los 88 años, dejando un legado que sacudió los cimientos del Vaticano. Cercano, crítico y compasivo, rompió con las tradiciones más rígidas para poner en el centro a los más olvidados. Su muerte marca el cierre de una era y el inicio de un nuevo capítulo para la Iglesia.
El ritual del martillo de plata: ¿cómo se confirma su muerte?
Cuando un Papa fallece, el protocolo es tan riguroso como simbólico. El primero en confirmar su muerte es el Camarlengo, quien realiza un acto formal tocando tres veces la frente del Papa con un pequeño martillo de plata mientras lo llama por su nombre bautismal. Si no hay respuesta, se declara oficialmente su fallecimiento. Es un gesto lleno de historia que marca el inicio de una transición global.
Sede Vacante: el Vaticano sin Papa
Después de confirmar la muerte, se sella el apartamento papal y se retira el anillo del Pescador —que luego es destruido— para evitar cualquier uso indebido. A partir de ese momento, la Iglesia entra en lo que se llama Sede Vacante, un periodo en el que no hay líder supremo y donde ninguna autoridad puede asumir decisiones papales. Es como un paréntesis sagrado.
El Cónclave: la elección en secreto
Durante la Sede Vacante, los cardenales del mundo se reúnen para el famoso Cónclave, una votación secreta que ocurre en la Capilla Sixtina. No hay celulares, cámaras ni conexión con el exterior. Solo humo: negro si no hay acuerdo, blanco si ya hay un nuevo Papa. El misterio y el simbolismo de este momento lo hacen único en el mundo.
El funeral papal: 9 días de despedida
El funeral de un Papa dura nueve días y suele convertirse en un evento global. Líderes mundiales, medios internacionales y millones de fieles siguen el ritual desde cada rincón del planeta. Es un momento de unidad religiosa y de reflexión histórica. Cada detalle está cuidadosamente orquestado.
¿Y si el Papa renuncia?
Aunque la muerte de un Papa es el escenario más tradicional, también existe la posibilidad de renuncia, como ocurrió con Benedicto XVI. El mundo vuelve a mirar a Roma para presenciar otro capítulo de la historia papal.