En los años 80, algo cambió para siempre en la relación entre el cine y la música. Las bandas sonoras dejaron de ser un simple acompañamiento de fondo para convertirse en protagonistas, en personajes con voz propia que podían ser tan o más grandes que las propias películas. Impulsados por el poder de MTV, los soundtracks de los 80 no solo vendían boletos de cine, sino que se convirtieron en álbumes conceptuales que definieron el sonido, el estilo y las aspiraciones de toda una generación.
Estas no eran colecciones aleatorias de canciones; eran cápsulas del tiempo perfectamente curadas, llenas de himnos originales que dominaron las listas de éxitos y se grabaron a fuego en la memoria colectiva. Desde el rock de alto octanaje hasta el pop adolescente y las partituras épicas, estos soundtracks fueron la verdadera banda sonora de la década.
La Explosión del Pop y el “Himno de Película”
Los 80 perfeccionaron la fórmula del “movie anthem”: una canción pop de alto impacto que encapsulaba el espíritu de la película. El ejemplo supremo es ‘Top Gun’ (1986). Su banda sonora es un artefacto cultural, un monumento al rock de estadio con canciones como “Danger Zone” de Kenny Loggins y la balada ganadora del Oscar, “Take My Breath Away” de Berlin. El álbum fue un fenómeno de ventas que definió el sonido del verano de 1986.
En la misma línea, películas como ‘Flashdance’ (1983) y ‘Footloose’ (1984) no serían lo mismo sin su música. “Flashdance… What a Feeling” de Irene Cara y la canción titular de Kenny Loggins se convirtieron en éxitos masivos que impulsaron a sus películas a la estratosfera, demostrando que un buen soundtrack era el mejor marketing posible.
El Sonido de la Juventud: La Era de John Hughes
Nadie entendió mejor la angustia y el anhelo adolescente de los 80 que el director John Hughes, y sus bandas sonoras fueron la voz de esa generación. ‘The Breakfast Club’ (El Club de los Cinco, 1985) es inseparable de “Don’t You (Forget About Me)” de Simple Minds, una canción que ni siquiera era de la banda originalmente, pero que se convirtió en su himno definitorio y en el cierre perfecto para una película icónica.
Del mismo modo, ‘Pretty in Pink’ (La Chica de Rosa, 1986) capturó el espíritu del rock alternativo y el new wave británico con una banda sonora que incluía a The Smiths, New Order y, por supuesto, la canción titular de The Psychedelic Furs. Estos soundtracks no solo acompañaban las historias; eran la historia.
El Artista como Soundtrack: El Caso de ‘Purple Rain’
En 1984, Prince llevó el concepto de banda sonora a otro nivel. ‘Purple Rain’ no es simplemente el soundtrack de la película; es una obra maestra, uno de los mejores álbumes de todos los tiempos. Prince no solo compuso las canciones, sino que las integró en la narrativa de una forma tan profunda que el álbum y la película son inseparables. Desde la épica “Let’s Go Crazy” hasta la balada inmortal que le da título, Purple Rain es el ejemplo definitivo de un artista utilizando el cine como un vehículo para su visión musical total.