Por qué la música de los 80 es mejor de lo que se cree

La década de los 80 parece tener una eterna diana en la espalda. Demasiado a menudo se le recuerda por sus clichés de fiesta de disfraces —los peinados imposibles, las hombreras y los pantalones de paracaídas— en lugar de por lo que realmente fue: una de las eras más ricas y diversas de la historia de la música. La misma década que nos dio a Kajagoogoo también nos regaló a The Smiths y a Public Enemy.

El estigma comenzó mientras la propia década transcurría, cuando incluso los íconos de los 60 adoptaban el sonido brillante de la era MTV. Pero si logramos quitarnos las gafas de la ironía, nos daremos cuenta de que los 80 fueron una época dorada. Fue un período de transición fascinante, lleno de momentos culturales masivos, pero también de escenas secretas que cambiarían la música para siempre.

La Doble Cara de la Década: Megaestrellas y Escenas Secretas

Los 80 fueron quizás la última década con verdaderos momentos musicales unificadores. El mundo entero se detuvo para ver a Michael Jackson hacer el Moonwalk en el especial de Motown 25. Prince alcanzó un nivel de omnipresencia cultural que hoy parece imposible. U2 y Bruce Springsteen demostraron que se podía alcanzar el éxito de estadio sin sacrificar la integridad artística.

Pero, al mismo tiempo, bajo la superficie, se gestaban las semillas de la fragmentación moderna. Las escenas regionales y los sellos independientes florecían. Los 80 comenzaron con el debut de X, Los Angeles, y terminaron con el primer álbum de Nirvana, Bleach. Kurt Cobain creció escuchando a bandas de los 80 como Hüsker Dü, Black Flag y Sonic Youth. En Minneapolis, podías ver a The Time y a The Replacements. En Nueva York, los clubes vibraban con Afrika Bambaataa y Grace Jones. Era una década de dualidad increíble.

La Revolución Femenina y el Cruce de Barreras

Los años 80 fueron un punto de inflexión para las mujeres en el rock. Antes, las rockeras se contaban con los dedos de una mano. Pero de repente, The Go-Go’s, surgidas de la escena punk de Los Ángeles, se convirtieron en las novias de América, allanando el camino para The Bangles. Chrissie Hynde con Pretenders representaba el ala más dura, mientras que Cyndi Lauper envolvía un mensaje de empoderamiento en un pop irresistible.

Y luego estaba la androginia. Mientras Boy George lo llevaba al mainstream, Annie Lennox de Eurythmics lo hacía con una fuerza y un talento vocal que la convertirían en un ícono atemporal. Fue también la década en que MTV, presionado, finalmente abrió sus puertas a la música negra, con Michael Jackson rompiendo la barrera del color y cambiando para siempre el panorama del pop.

El Legado Injustamente Juzgado del Synth-Pop

Finalmente, llegamos al synth-pop, el sonido más emblemático y, a la vez, más ridiculizado de la década. Es fácil burlarse de los sonidos de batería procesada y los teclados omnipresentes. Sin embargo, resistamos la tentación de ver el synth-pop como un error.Canciones como “Don’t You Want Me” de The Human League o “Tainted Love” de Soft Cell son piezas de pop perfectamente construidas. Los artistas que hicieron del synth-pop su lenguaje nativo lo hicieron maravillosamente. Quitarle a los 80 sus sintetizadores sería quitarle una parte fundamental de su identidad y su encanto. Es hora de admitirlo: no son “placeres culpables”, son simplemente grandes canciones.

Las rupturas más amargas de los años 80

La década de los 80 fue una era de excesos, de éxito masivo y de himnos que definieron a una generación. Pero detrás de los sintetizadores brillantes, los peinados elaborados y los estadios llenos, se gestaban algunas de las rivalidades más intensas de la historia de la música. El mismo éxito que elevó a estas bandas a la cima del mundo a menudo se convirtió en el catalizador de su implosión, dejando un rastro de amistades rotas, batallas legales y un amargo “qué pudo haber sido”.

Estas no fueron simples separaciones; fueron divorcios públicos y dolorosos que, en muchos casos, cimentaron el legado de las bandas tanto como su propia música. Desde disputas por dinero hasta choques de egos monumentales, estas son algunas de las rupturas más conflictivas de los años 80.

The Smiths: La Guerra Civil del Indie Británico

Pocas bandas han tenido una separación tan definitiva y rencorosa como The Smiths. En solo cuatro años, se convirtieron en la voz del indie británico, pero la brillantez creativa entre el letrista Morrissey y el guitarrista Johnny Marr ocultaba una creciente tensión. La dinámica de poder, las diferencias de estilo de vida y la frustración de Marr con la rigidez musical de Morrissey llevaron al guitarrista a abandonar la banda en 1987, provocando su disolución inmediata.

Lo que siguió fue aún más amargo. En los años 90, el baterista Mike Joyce y el bajista Andy Rourke demandaron a Morrissey y Marr por una mayor participación en las regalías, alegando que solo recibían el 10% cada uno. El juicio fue público, doloroso y expuso las profundas grietas financieras de la banda. Joyce ganó el caso, un hecho que Morrissey nunca ha perdonado, refiriéndose a él en términos muy duros a lo largo de los años. La posibilidad de una reunión, hasta el día de hoy, es prácticamente nula.

The Police: El Colapso de Tres Egos Gigantes

A principios de los 80, The Police era, sin lugar a dudas, la banda más grande del mundo. Pero su éxito estratosférico fue inversamente proporcional a la armonía interna. La tensión entre Sting, Andy Summers y Stewart Copeland es legendaria. El control creativo de Sting, como principal compositor, generó un resentimiento constante en sus compañeros.

Las sesiones de su último álbum, Synchronicity (1983), fueron famosamente tortuosas, con los miembros grabando sus partes por separado para evitarse. La banda nunca se separó oficialmente con un comunicado; simplemente dejaron de funcionar. Su actuación en el Amnesty International de 1986 fue su caótica despedida, un final tenso para una banda que implosionó en la cima de su poder.

The Clash: El Fin de “La Única Banda que Importa”

Considerados los idealistas del punk, The Clash tampoco pudo escapar de los conflictos internos. En 1982, la tensión entre el guitarrista Mick Jones y el vocalista Joe Strummer llegó a un punto de quiebre. Strummer y el bajista Paul Simonon tomaron la drástica decisión de expulsar a Jones de la banda que él mismo había cofundado.La razón oficial fueron las diferencias musicales y la supuesta actitud de “estrella de rock” de Jones. Sin Jones, la banda lanzó el desastroso álbum Cut the Crap, un fracaso crítico y comercial que demostró que su química era irremplazable. Strummer admitiría más tarde que despedir a Jones fue un error monumental, un amargo reconocimiento que llegó demasiado tarde para “la única banda que importaba”.