El nuevo documental de true crime de Netflix, ‘Unknown Number: The High School Catfish’, se ha convertido en la película número 1 de la plataforma, superando a grandes producciones. Su premisa, que parece sacada de una película de terror, ha capturado a la audiencia, pero es su controvertido método narrativo lo que ha desatado un intenso debate ético.
La película narra la aterradora historia real de una pareja de adolescentes en un pequeño pueblo de Michigan, quienes durante años son acosados por un acosador cibernético anónimo que parece conocer cada detalle íntimo de sus vidas. El misterio central es descubrir quién es la persona detrás de los cientos de mensajes amenazantes.
Dirigida por Skye Borgman, la producción cuenta con el testimonio de todos los implicados, pero da un paso que ha dejado a muchos espectadores en shock: la propia acosadora, quien resultó ser la madre de la víctima, no solo es entrevistada, sino que participa activamente recreando para la cámara los mismos actos por los que fue a prisión.
La Culpable en el Centro de la Recreación
Alerta de Spoiler: La persona que acosó a su propia hija y a su novio durante años fue Kendra Licari, la madre de la joven víctima. Licari, quien fue condenada por acoso a un menor y liberada en agosto de 2024, aparece en el documental recreando escenas en las que supuestamente enviaba los mensajes, que incluían insultos sobre la apariencia de su hija y sugerencias de que se suicidara.
La decisión de la directora de incluirla en estas recreaciones ha sido calificada de “impactante” y plantea serias cuestiones éticas. Borgman defendió su decisión, explicando a Tudum que Licari accedió para “contar la historia desde su perspectiva”.
¿Educación o Explotación?
La participación de la culpable en la recreación de sus crímenes no es el único punto de debate. El documental también utiliza a las víctimas y a otros involucrados para recrear su propio trauma en pantalla, difuminando la línea entre el documental educativo y la explotación en busca de un giro narrativo efectista.
En la película, Licari ofrece varias justificaciones para sus acciones, desde su salud mental hasta un trauma infantil propio, pero muestra poco remordimiento. La crítica señala que verla recrear sus actos no aporta nada a la historia y solo sirve para crear “buena televisión” a expensas de un caso real y doloroso.
A pesar de la controversia, el éxito del documental ha abierto un importante debate sobre el ciberacoso y el acceso de los menores a la tecnología. Sin embargo, también ha iniciado una conversación igualmente necesaria sobre los límites éticos del género true crime.